“Queridos
hijos, mi venida en medio de vosotros es un regalo del Padre Celestial para
vosotros. Por Su amor, vengo a ayudaros a encontrar el camino hacia la verdad,
a encontrar el camino hacia mi Hijo. Vengo a confirmaros la verdad. Quiero
recordaros las palabras de mi Hijo. Él ha pronunciado palabras de salvación
para todo el mundo, palabras de amor para todos, amor que demostró con Su
sacrificio. Pero también, hoy muchos de mis hijos no lo conocen, no desean
conocerlo, son indiferentes. A causa de vuestra indiferencia mi Corazón sufre
dolorosamente. Mi Hijo ha estado siempre en el Padre. Al nacer en la Tierra,
traía lo divino, y de mí adquirió lo humano. Con Él llegó a nosotros la
Palabra. Con Él llegó la luz del mundo, que penetra en los corazones, los
ilumina y los llena de amor y de consuelo. Hijos míos, todos los que aman a mi
Hijo lo pueden ver, porque Su rostro se ve en las almas que están llenas de
amor hacia Él. Por lo tanto, hijos míos, apóstoles míos, escuchadme: dejad la
vanidad y el egoísmo, no viváis solo para lo terrenal, lo material. Amad a mi
Hijo y haced que los demás vean Su rostro por medio de vuestro amor por Él. Yo
os ayudaré a conocerlo siempre más y os hablaré de Él. ¡Os doy las gracias!”
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